Los proyectos suelen ser siempe una parte de algo más grande que encajan en una línea estratégica de la orgnización y forman parte de un portfolio de proyectos, cada uno con un orden de prioridad establecido.
Si nos toca gestionar un proyecto de baja prioridad debemos tener en cuenta factores que ni nos plantearíamos en proyectos prioritarios, algunos de esto factores pueden ser la dificultad de conseguir los mejores recursos de nuestra organización (los «buenos» estarán en proyectos / tareas prioritarias), si hay recortes presupuestarios, seremos los primeros en sufrirlos ya que lo habitual es recortar en proyectos NO prioritarios.
En proyectos con BAJA PRIORIDAD el riesgo de cancelación o suspensión es más elevado que los que son prioritarios por los que no nos debe pillar por sorpresa una posible cancelación parcial o total del proyecto, por esto debemos intentar que el proyecto cree el máximo valor lo antes posible. La mayor dificultad que veo a la hora de gestionar proyectos no prioritarios es la de motivar al personal, mantener fechas de entrega, etc… ya que este tipo de proyectos es difícil que capten la atención de los «ejecutivos», ya que éstos suelen estar más preocupados de lo prioritario y además no nos exigirán el cumplimiento de fechas de forma tan intensa, en definitiva que pasarán de nuestro proyecto, pero nosotros como Project Managers debemos transmitir al equipo cierta sensación de necesidad y urgencia ya que de otro modo estaremos matando la «ilusión» y la «motivación» (los mayores enemigos de la productividad). ¿Has tenido alguna experiencia gestionando proyectos de baja prioridad?, ¿cómo han acabado?